Cortesia de odeporica
Has de cantar,
que te he de dar zonchos;
has de cantar,
que muchos te he de dar.
I
«Has de cantar,
mi niña gaitera;
has de cantar,
que me muero de pena.
Canta, mi niña,
orilla la fuente;
canta, he de darte
bollitos del pote.
Canta, mi niña,
con blando compás,
te daré una torta
cocida en el lar.
Gachitas con leche
también te daré;
sopitas con vino,
torrijas con miel.
Patatas asadas
con sal y vinagre,
que saben a nueces,
Qué ricas que saben!
Qué fiesta, rapaza,
si cantas haremos...!
Fiestita por fuera,
fiestita por dentro.
Canta, si quieres,
diablillo pequeño,
canta, si quieres;
te daré un mantelo.
Canta, si quieres,
en la lengua que hablo.
Te daré un mantelo,
te daré un refajo.
Al son de la gaita
y la pandereta,
te pido que cantes,
muchacha morena.
Al son de la gaita,
al son del tambor,
te pido que cantes,
mi niña, por Dios».
II
Así me pidieron
a orillas del mar,
al pie de las ondas
que vienen y van.
Así me pidieron
a orillas del río,
que corre entre hierbas
del campo florido.
Cantaban los grillos,
los gallos cantaban,
el viento en las hojas
sonando pasaba.
Brillaban los prados,
manaban las fuentes
entre hierba y viñas,
entre higuera y robles.
Tocaban las gaitas,
y al son del pandero
los mozos bailaban
con mozas modestas.
Qué cofias tan blancas!
Qué chales con flecos!
Qué dengues de grana,
cintas y aderezos!
Qué ricos mandiles!
Qué verdes refajos!
Qué lindos justillos
color colorado!
Tan vivos colores
la vista turbaban;
de verlos tan varios
el sol se alegraba.
Al verlos bullendo
por montes y vegas,
creyó que eran rosas
garridas y frescas.
Poemas de Rosálía de Castro, in «Cantares Galegos»
JDACT