Com a devida vénia a El Mundo - Ciência
«El astrónomo Rafael Bachiller nos descubre en esta serie los fenómenos
más espectaculares del Cosmos. Temas de palpitante investigación, aventuras
astronómicas y novedades científicas sobre el Universo analizadas en
profundidad. Es una creencia generalizada que la
fecha de la Navidad se fijó en el 25 de diciembre para sustituir a
celebraciones paganas ligadas al solsticio de invierno. Sin embargo, numerosos
estudios muestran que aunque la fecha de la Navidad tiene una raíz astronómica,
ésta no se encuentra en el solsticio de invierno, sino que se remonta al equinoccio de primavera.
El laberinto del nacimiento de Cristo
No hay
referencias directas en la Biblia sobre la fecha del nacimiento de Cristo, ni
siquiera indicaciones aproximadas sobre el momento del año en el que se
produjo, y nadie se atrevería a sostener hoy que la fecha del 25 de diciembre tiene una base histórica. A lo
largo de los siglos, la Natividad se ha celebrado en fechas diferentes y aún
hoy, la Iglesia armenia la celebra el 6 de enero. A pesar de que establecer
una fecha precisa para esta celebración ocupó a los cronógrafos cristianos
durante siglos, estos esfuerzos condujeron a resultados muy variados. Por ejemplo, en el século II Clemente de
Alejandría se refiere a trabajos anteriores que fijaban el 6 de enero, el 19
de abril y el 20 de mayo, mientras que él mismo proponía el 17 de noviembre. Otras fechas
calculadas o adivinadas posteriormente fueron el 25 y el 28 de marzo, el 2 de abril (por Hipólito de Roma),
etc. Fue hacia el año 300-330 que la fecha del 25 de diciembre aparece ya en
Roma como un día festivo bien establecido para celebrar
el nacimiento de Cristo, una tradición que se extendió a Asia
Menor hacia el año 380 y a Egipto hacia el 430. Sin embargo, en otras
comunidades cristianas, se eligió la
fecha del 6 de enero, una opción que con el tiempo fue perdiendo adeptos.
A primera
vista parece universalmente aceptado que el 25 de diciembre fue elegido para oponer
la celebración cristiana a otras celebraciones paganas. Esas
fiestas incluyen por supuesto al solsticio de invierno que, de acuerdo con el
calendario Juliano, se celebraba el 25 de diciembre. Además, de acuerdo con el
famoso Calendario del 354 (el Calendario de Filócalo), 30
carreras de carros festejaban en ese día Natalis
Invictis, el nacimiento de Sol Invictus, una celebración fijada por el
emperador Aureliano en el año 274.
Solsticios y equinoccios
Muchos
estudios realizados desde principios del século XX cuestionan, sin embargo,
esta idea de que los cristianos habrían optado por el 25 de diciembre para
sustituir a fiestas paganas, pues no encuentran evidencias históricas que la
apoyen. De hecho, los primitivos cristianos ponían mucho más énfasis en la celebración
de la pasión y la muerte de Cristo. El escritor cristiano
Tertuliano había calculado en el año 200 que la muerte de Cristo tuvo lugar
el 25 de marzo (cerca del equinoccio de primavera), mientras que en
provincias orientales del Imperio Romano, fijaron la muerte de Cristo en el
6 de abril. En resumen, hacia los siglos II y III se barajaban las
fechas del 25 de diciembre y 6 de enero
para el nacimiento de Cristo y 25 de marzo y 6 de abril para su muerte.
Puede haber una relación entre estas
fechas? Son exactamente 9 meses de diferencia. Los cristianos de
la época estaban suponiendo que la concepción de Cristo tuvo lugar en el mismo
día del año que su muerte. Esta suposición encaja bien con una creencia muy
generalizada en aquellos tiempos de que los grandes sucesos de la creación y la
salvación habían sucedido en la misma fecha del año. Por ejemplo, según
el Talmud babilónico, la creación, el nacimiento de los patriarcas y la
redención del mundo, todo tuvo lugar en el mes hebreo de Nisan.
En el mundo judío de aquellos tiempos también estaba extendida la idea de que
todos los grandes profetas de Israel habían vivido con una edad íntegra, un número exacto de años, es decir que morían en la
misma fecha del año en la que habían nacido o habían sido concebidos. Parece
plausible que, siguiendo esta creencia, los cristianos de los siglos II y III
adoptasen la idea de que Jesús fue concebido en el mismo día del año en que
moriría (el 25 de marzo), y que nació 9 meses más tarde (el 25 de
diciembre).
Con el
tiempo, el 25 de diciembre como fecha de la Natividad se extendió mucho
más que el 6 de enero, fecha que, no obstante fue conservada en la inmensa
mayoría de los lugares para celebrar la Epifanía. Pero no habría habido una
intención deliberada en los antiguos cristianos, todavía una comunidad dispersa
y poco organizada, de sustituir con la Navidad cristiana las celebraciones
paganas ligadas al solsticio. Es más, se ha llegado a proponer que
la institución de la fiesta de Sol Invictus, que como hemos
mencionado se realizó en el año 274, fue
un intento de dar un sentido pagano a la celebración de la Navidad de Cristo
que databa de antes y que, en ese tiempo, ya estaba tomando auge
en Roma. La celebración de la Navidad en el solsticio de invierno sería así
una coincidencia, pero sin duda una coincidencia sumamente conveniente,
pues al solsticio, momento de las noches mínimas en el Hemisferio Norte, se le
puede dotar de un simbolismo claro de
renacimiento y renovación. A partir del solsticio, los días se
alargan permitiendo que la actividad humana recupere todo su brío. La realidad
cósmica del Sol (un ente ambivalente en la antigua Roma por su doble
significado astronómico y divino) quedaba asociada así a un momento de suma
importancia en la Historia Sagrada.
Además de
asociar el
solsticio de invierno al nacimiento de Jesús, la Iglesia asoció el solsticio de
verano al nacimiento de Juan Bautista, mientras que los equinoccios
quedaron asociados a los momentos de su concepción (y muerte, al menos en el caso
de Jesús). La predictibilidad de los fenómenos
astronómicos dotan de esta manera a la religión de una simbología que remite al
firmamento, arropando así a la liturgia con alegorías celestes de gran
dignidad, acreedoras del respeto que inspira la repetición de los ciclos
cósmicos. Vemos pues que aunque la fecha de la Navidad tiene un origen
astronómico, la raíz no se encuentra de manera directa en el solsticio de
invierno, sino que se remontaría a 9 meses antes,
al equinoccio de primavera y a la feliz coincidencia de que la gestación en el
seno materno dura aproximadamente tres estaciones, esto es, tres cuartas partes
del tiempo empleado por la Tierra en completar su órbita alrededor del Sol». In
Rafael Bachiller, (Director do Observatório Astronómico de Espanha e académico
da Real Academia de Doutores de Espanha JDACT), El Mundo, Ciencia, Astronomia, Crónicas del Cosmos,
Madrid.
Cortesia
de El Mundo/JDACT