«Um romance poderoso e emocionante, O baile das loucas desnuda a condição feminina no século XIX. Obra que inspirou o filme do Prime Video. Hospital de la Salpêtrière, Paris, 1885. O dr. Charcot mantém a Cidade Luz fascinada com suas exibições de hipnose em mulheres consideradas loucas, histéricas e alienadas…»
3 de marzo de 1885
«Es la hora, Louise. Geneviève
levanta con una mano la manta que tapa el cuerpo dormido de la adolescente, ovillada
en el estrecho colchón. Su espesa cabellera negra cubre toda la superficie de
la almohada y parte de su rostro. Louise ronca suavemente con la boca
entreabierta. No oye a las otras mujeres, que ya están de pie a su alrededor en
el dormitorio. Entre las hileras de camas de hierro, las figuras femeninas se
desperezan, se recogen el pelo en un moño, se abotonan los vestidos negros encima
de los camisones claros y, con paso cansino, se dirigen al comedor bajo la
atenta mirada de las enfermeras. Unos tímidos rayos de sol atraviesan las
ventanas empañadas. Louise es la última en levantarse. Todas las mañanas va a
despertarla una enfermera u outra paciente. La muchacha recibe el crepúsculo
con alivio y se deja caer en unas noches tan profundas que no sueña. Dormir le
permite no preocuparse por lo que pasó y no angustiarse por lo que ha de venir.
Dormir es su único respiro desde los sucesos que hace tres años la llevaron allí.
En pie, Louise, te están esperando. Geneviève le sacude un brazo, y la chica
termina por abrir un ojo. Al principio, se sorprende al ver a la mujer a quien
las locas llaman la Veterana esperando al pie de la cama. Luego, grita: Tengo
lección! Arréglate, ya has dormido bastante. Sí! La chica salta con los dos
pies fuera de la cama y coge el vestido de lana negra de la silla. Geneviève da
un paso a un lado y la observa. Su mirada sigue los movimientos apresurados de
la adolescente, los gestos inseguros de su cabeza, su respiración agitada. Ayer
sufrió un ataque; sólo faltaría que tuviera otro hoy antes de la clase. Louise
se abotona el cuello del vestido a toda prisa y se vuelve hacia Geneviève. La supervisora,
con el pelo rubio recogido en un moño y el cuerpo permanentemente erguido bajo
la bata blanca del uniforme, la intimida. Con los años, Louise ha aprendido a
sobrellevar su rigidez. No se puede decir que la Veterana sea injusta o mala;
simplemente, no inspira afecto. Así está bien, señora Geneviève? Suéltate el
pelo. El doctor lo prefiere. Louise alza los torneados brazos hacia el moño que
se ha hecho a toda prisa y lo desanuda. Mal que le pese, es una adolescente.
Tiene dieciséis años, pero su entusiasmo es infantil. Su cuerpo se ha
desarrollado demasiado deprisa. El pecho y las caderas, manifestados ya a los
doce años, no consiguieron advertirle de las consecuencias de su repentina
sensualidad. La inocencia há desaparecido un poco de sus ojos, pero no del
todo. Eso es lo que hace que aún se pueda esperar lo mejor para ella. Estoy
nerviosa. Haz lo que te digan, y todo irá bien. Sí.
Las dos mujeres avanzan por un
pasillo del hospital. La luz de esa mañana de marzo penetra por las ventanas y
se refleja en el suelo de baldosas; es una luz suave, que anuncia la primavera
y el baile de Media Cuaresma, una luz que te da ganas de sonreír y confiar en
que pronto saldrás de allí. Geneviève nota que Louise está nerviosa. La
adolescente respira agitadamente y camina con la cabeza gacha y los brazos rígidos
junto al cuerpo. A las mujeres de la unidad siempre les produce ansiedad
encontrarse cara a cara con Charcot, y más aún si han sido elegidas para
participar en una sesión. Es una responsabilidad que las supera, un
protagonismo que las angustia, una muestra de interés tan poco habitual para
ellas, a quienes la vida nunca ha puesto en primer plano, que casi las
desestabiliza, una vez más. Varios pasillos y puertas de vaivén más tarde,
entran en la sala contigua al anfiteatro. Un puñado de médicos e internos
varones la están esperando. Con el cuaderno y la pluma en la mano, los bigotes
cosquilleándoles el labio superior y el cuerpo erguido bajo el traje negro y la
bata blanca, se vuelven todos como un solo hombre hacia el caso de estudio del
día. Sus ojos clínicos atraviesan a la muchacha: parecen ver a través de su
ropa. Esas miradas voyeristas acaban obligándola a bajar los párpados. Louise sólo
reconoce un rostro: el de Babinski, el ayudante del doctor, que se acerca a Geneviève.
La sala se ha llenado rápido. Empezaremos de aquí a diez minutos. Necesitan
algo en particular para Louise? Babinski mira a la paciente de arriba abajo. Así
está bien. Geneviève asiente y se dispone a abandonar la sala. Louise da un
paso angustiado tras ella. Vendrá a buscarme, verdad, señora Geneviève? Como
siempre, Louise». In Victoria Mas, El Baile de Las Locas, Narrativa, Salamandra, 2021, O
Baile das Loucas, Verus, 2021, ISBN 978-655-924-024-1.
Cortesia de Narrativa/Salamandra/Verus/JDACT
JDACT, Victoria Mas, Literatura, Século XIX,