Cortesia de fcg
NOTA: Texto na versão original
D. Sebastián, Alcazarquivir, la unión de las Coronas y el conflicto internacional en las crónicas y relaciones de sucesos de la España de los siglos XVI y XVII
«Según Herrera; …en lugar de proveer de buenas armas, todo era galas; y en lugar de vitualla, todo era conservas y delicadezas, y a los caballeros no faltaba nada, pero los soldados morían de hambre…». Y, en esto, el español sigue a Conestaggio: los portugueses hicieron todo «contra el parecer de los verdaderos soldados, los cuales creen que cuando el hombre va a combatir vestido de seda y oro, queda muerto o cargado de hierro, y cuando va cargado de hierro, vuelve vitorioso y cargado de oro». Un ejército, escribía Cabrera de Córdoba, de «miserables», «menestrales, cabreros, labradores, listados por fuerza», mal disciplinados. Faria y Sousa se dolía, asimismo, del alistamiento obligado de las gentes; de los caballeros que lo acompañaban que «parecían que iban a algún festín», de tal forma que al partir la flota «más parecía lleyar despojos al campo que fuerzas a la pelea, o por lo menos que no iban a la guerra».
Cortesia de fcg
A las levas obligatorias se sumó la siempre temida subida de impuestos. según Conestaggio, la mala administración y los excesivos gastos incrementaron las imposiciones, «causa de maldiciones y exclamaciones en los pueblos». El dinero era escaso por causa de «un rey tan gastador y pródigãr» y de unos privados que se habían apoderado de las rentas reales. Para Herrera, las exacciones, aplicadas a todos, hicieron «opresión al pueblo». Ni siqúera tenía una justificación religiosa:
- «mayormente no siendo esta guerra a favor de la religión cristiana, ni tan justificada que por ley alguna quedase Don Sebastián obligado a seguirla con su persona».
Los gobernantes portugueses optaron, además, por buscar apoyos interiores y exteriores sospechosos. La aportación pecuniaria solicitada a los cristianos nueyos «fue, según Faria, uno de los auspicios de desventura del viaje». El perdón que se había dado «a los de la nación hebrea [...] por ciertas cantidades con que sirvieron para el apresto de la Armada» fue una decisión fatal. No había que olvidar tampoco el apoyo logrado por don Sebastián por parte del rebelde príncipe de Orange, gue le facilitó la llegada de un contingente de 2800 alemanes, holandeses y valones, con gran asombro y disgusto de Felipe II. En definitiva, una empresa «en que no se dio paso acertado, ni faltó desorden, confusión, ni prodigios que no anunciasen mucho antes el lastimoso fin que tuvo».
Cortesia de enwikipedia
Mas la responsabilidad no fue solo del monarca mozo. Los malos consejeros fueron decisivos. Primero, en su formación: para Luis de Bavia, traductor de Conestaggio, don Sebastián, a pesar de los consejos de su tío Enrique:
- todo el gusto del rey era tratar de guerra, hacer jornadas, ganar reinos, ensanchar el suyo por este medio, ejercitándose solamente en lo que para esto podía ser necesario, en que no tenían poca culpa los que andaban más cerca de su persona, no reprimiendo tan alrivos y aun dañosos pensamientos, antes los fomentaban con esperanzas de grandes vitorias, queriendo por este camino adelantarse cada uno en su gracia, desdicha común de príncipes, que raras veces oyen lo que les importa y muchas lo que no les va mucho en oírlo.
Cuando don Sebastián, con catorce años, se hizo con el gobierno de reino:
- en el tiempo que más se había de ocupar en las letras y ejercicios con que se aprende el gobierno político, le inclinaban los que andaban cerca de sus personas a guerras y novedades, y siendo como era de espíritu levantado, imprimían en él fácilmente este deseo...
In Jesús M. Usunáriz, Siglo de Oro, Relações Hispano-Portuguesas no século XVII, Fundação Calouste Gulbenkian, Colóqui Letras, 2011.
Cortesia da FCGulbenkian/JDACT