sábado, 7 de setembro de 2013

Viagens e Viajantes no Atlântico Quinhentista. Maria da Graça Ventura. «Sevilla fue la ciudad que la Corona Española escogió desde princípios del siglo XVI como centro de las comunicaciones transoceánicas y sede de una aventura náutica que lograba unir cada año Filipinas con Europa»

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As Rotas
La Carrera de Indias: Inconvenientes y Ventajas del Sistema Español de Comunicaciones Transatlánticas
«Cuando en 1778 regresó la que habría de ser la última flota de la Nueva España al mando del científico y marino sevillano, don Antonio de Ulloa, se cerraba un ciclo de navegación en convoyes que se había iniciado a mediados del siglo XVI. Por esas mismas fechas, el Reglamento de Comercio Libre terminaba con otro de los puntales básicos de la organización marítima con la que la metropoli española se había comunicado com sus colonias americanas, me refiero, evidentemente, a lo que se ha denominado como sistema de puerto único. Concluían los monopolios detentados por Sevilla y luego por Cádiz, asi como los de Veracruz y Cartagena de Indias. A partir de entonces, decenas de puertos, tanto en América como en España, quedaba autorizados a mantener contactos comerciales directos a través del Atlántico y el Pacífico. Un sistema que había durado más de dos siglos era desmantelado por la adaptación a la realidad que efectuaban los ministros ilustrados de la dinastía borbónica. Pretendo en estas breves líneas realizar algunas reflexiones sobre las características del sistema tradicional de comunicaciones organizado en la Carrera de Indias desde mediados del siglo XVI, asi como las razones que llevaron su creación, a su excepcional duración y a su desmantelamiento final.
Sevilla fue la ciudad que la Corona Española escogió desde princípios del siglo XVI como centro de las comunicaciones transoceánicas y sede de una aventura náutica que, sin demasiados sobresaltos y con una aceptable puntualidad, lograba unir cada año Filipinas con Europa a través del continente americano. Precisamente el término de Carrera de Indias, con el que los contemporáneos denominaron este tráfico, refleja muy graficamente un fluir incesante de barcos que unían Sevilla con las Indias. Junto con Lisboa, la capital andaluza, fue la gran dominadora de las rutas oceánicas del siglo XVI, y a fines de esa centuria se había convertido, con sus ciento cincuenta mil habitantes, en una de las ciudades más grandes de Europa. Pero, por qué se escogió Sevilla como origen y destino del tráfico con las Indias españolas?
La elección de la ciudad tenía a su favor argumentos muy importantes. En primer lugar los cuarenta mil habitantes con que contaba a fines del siglo XV la convertían ya en el mayor núcleo de población del reino de Castilla. A la hora de reunir y dar alojamiento a marineros, soldados, comerciantes y pasajeros, se necesitaba la infraestructura que solo una ciudad populosa podía ofrecer. Al mismo tiempo, en una época en la que las grandes familias nobiliarias imponían su ley en una gran cantidad de villas y lugares, la ciudad de Sevilla era, desde su reconquista a los moros, un importántisimo centro del poder de la Corona. Los reyes disponían en ella de una residencia permanente (el alcazar), y allí colocaron la sede del almirantazgo destinado a dominar el estrecho de Gibraltar.
Por otra parte, la alimentación de la numerosa población flotante, que inundaba la ciudad durante el despacho y recibimiento de las flotas, estaba asegurada por la riqueza del valle del Guadalquivir, una de las regiones más feraces de la península, productora de excelentes cosechas de trigo, aceite y vino. Al mismo tiempo, la ciudad había sido, desde la baja Edad Media, un centro comercial importante, donde confluía el tráfico que se realizaba con el norte de Africa, a través del reino musulmán de Granada, con las líneas de navegación que las repúblicas italianas habían establecido con el norte de Europa a través del estrecho de Gibraltar. Los avispados negociantes genoveses hacía tiempo que se habían establecido en Sevilla, donde contaban con un barrio propio y, desde allí, realizaban buenos negocios en el prometedor mercado de las navegaciones atlánticas, ejerciendo el doble papel de comerciantes y banqueros.
Pero si la posición geográfica de Sevilla tenía una favorable vertiente económica, no eran menos las ventajas puramente náuticas de su situación. La ciudad poseía un puerto interior que aprovechaba el curso del rio Gudalquivir y colocaba el fondeadero de los navíos a unos noventa kilómetros hacía el interior, lo que significaba estar a cubierto de cualquier assalto de corsarios, piratas o de ataques de potencias enemigas. La desembocadura del rio se abría, además, en el centro del arco del litoral suratlántico de la Corona de Castilla, que iba desde Tarifa a Ayamonte. Esta era una región que concentraba un buen número de poblaciones marineras cuyos hombres y barcos estaban acostumbrados a navegar la ruta de Canarias, la cual, teniendo en cuenta la dependencia de la navegación de los ventos dominantes, resultaba la puerta más favorable del camino de las Indias Occidentales». In Pablo Emílio Perez-Mallaina, Viagens e Viajantes no Atlântico Quinhentista, coordenação de Maria da Graça Ventura, Edições Colibri, Faculdade de Letras de Lisboa, Lisboa, 1996, ISBN 972-8288-21-2.

Cortesia de Colibri/JDACT