quarta-feira, 4 de dezembro de 2013

Viagens e Viajantes no Atlântico Quinhentista. Maria da Graça Ventura. «En 1508, Américo Vespucio fue nombrado primer Piloto Mayor de la Casa de la Contratación, encargándosele la confección de mapas sobre el Nuevo Mundo y el examen de cuantos quisieran ir como pilotos»

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As Rotas
La Carrera de Indias: Inconvenientes y Ventajas del Sistema Español de Comunicaciones Transatlánticas
«(…) Al mismo tiempo que se restringió el número de puertos habilitados, se concentró también la salida de las embarcaciones en dos convoyes anuales protegidos por barcos de guerra. Este sitema quedó perfectamente reglamentado en los años sesenta del siglo XVI. En los meses de Abril o Mayo salía la flota de la Nueva España com destino a Veracruz. En Agosto lo hacía la de Tierra Firme, cuyo destino incial era Cartagena de Indias. Esta segunda expedición esperaba en Cartagena hasta que llegaba la noticia de que desde el puerto del Callao, en el litoral del Pacífico, había salido otro convoy protegido por la denominada Armada del Mar del Sur, que custodiaba laplata extraida de la mina del Potosí en el Alto Perú. El intercambio entre los ricos metales potosinos y los tejidos que transportaba la flota de Tierra Firme se realizaba en una espectacular feria que tenía lugar en el istmo de Panamá, el cual servía de intermediario terrestre entre los convoyes que navegaban por el Atlántico y el Pacífico. Los peruanos dejaban su plata en la ciudad de Panamá y, desde allí, algunos trechos a lomos de mulas y otros enbarcazas fluviales, los tesoros eran transportados a Nombre de Dios o a Portobelo, ambos en el litoral Atlántico, donde acudían las naves de la flota de Tierra Firme para realizar una breve pero rica y bulliciosa feria.
Los barcos salidos desde Sevilla no navegaban directamente hasta el Pacífico. Esta circunstancia constituyó otra de las máximas estratégicas del sistema de comunicaciones transoceánicas españolas. La Corona trató de considerar el Pacífico, al menos en las proximidades de las costas americanas, como un océano cerrado, una especie de descomunal lago hispánico y para ello nada mejor que procurar que los navegantes, incluidos los propios españoles, olvidasen las rutas de acceso a aquellas aguas. A este planteamiento estratégico se unía, desde luego, la peligrosidad del paso a través del estrecho de Magallanes, que había hecho fracassar alguna de las primeras expediciones que se dirigieron directamente desde España a las Molucas. En resumidas cuentas, uno de los principios básicos del sistema fue que la comunicación entre las posesiones españolas del Pacífico y la metrópoli siempre se hizo a través del intermedio del continente americano. Ya hemos descrito como se enlazaba el Peú con Sevilla. De manera parecida, aunque con distancias enormemente superiores, las Filipinas mantenían una comunicación periódica con México a través de pequefros convoyes que enlazaban Manila con Acapulco. Desde allí las mercancías orientales pasaban por tierra a Veracruzy partían en la flota de Nueva España hacia Sevilla. Con todo ello se había creado una red de comunicaciones que adquiría un caracter realmente planetario y que solo tenía parangón con la que la corona Portuguesa había confeccionado para unir sus posesiones en extremo Oriente con Lisboa.
Este tremendo esfuerzo requería en primer lugar la creación de organismos, tanto públicos como privados, capaces de administrar una maquinaria tan compleja, y, en segundo lugar, contar con embarcaciones y tripulantes expertos y capaces de llevar a la práctica las órdenes recibidas. El organismo público más importante fue la Casa de la Contratación de Sevilla. Creada en 1503 por los Reyes Católicos, fue inicialmente una oficina destinada a gestionar el envío de embarcaciones, cobrar los impuestos reales, y dirigir la política migratoria de la Corona. Por ser una institución estatal se emplazó en dependencias del alcazar real, donde se le habilitaron unas casas contruidas sobre un antiguo palacio musulmán, cuya entrada se abría a una pequeña plaza cercana al rio y no lejos del puerto fluvial».
Inicialmente, el cuerpo de funcionarios de la Casa de la Contratación fue muy reducido, pero poco a poco, a medida que se confirmaba la extensión de las tierras americanas, se le fue añadiendo personal hasta contar con más de cien personas en la plantilla, lo que, en aquellos tiempos, significaba un importante nucleo burocrático. Al mismo ritmo crecieron sus competencias. De su primitiva misión, esencialmente de caracter ejecutivo, pasó a ejercer de tribunal de justicia para todos los pleitos relacionados con el tráfico comercial, naval y migratorio. Pero, sobre todo, la Casa de la Contratación fue conocida en el mundo por constituirse en un importantísimo centro de investigación y enseñanzas náutico-geográficas. En 1508, Américo Vespucio fue nombrado primer Piloto Mayor de la Casa de la Contratación, encargándosele la confección de mapas sobre el Nuevo Mundo y el examen de cuantos quisieran ir como pilotos. La labor cartográfica de la Casa se centró en la confección de los famosos Padrones Reales, que eran mapas resúmenes realizados con las informaciones entregadas por los navegantes y que luego servían, a su vez, como fuente para confeccionar las cartas náuticas. De su primitiva función como simple tribunal para examinar la competencia de los pilotos, la Casa pasó a crear una verdadera escuela de náutica, donde profesores de cosmografía y matemáticas impartían cursillos que, con una duración de entre tres y seis meses, resultaban obligatorios para cualquiera que quisiese graduarse como piloto de la Carrea de Indias». In Pablo Emílio Perez-Mallaina, Viagens e Viajantes no Atlântico Quinhentista, coordenação de Maria da Graça Ventura, Edições Colibri, Faculdade de Letras de Lisboa, Lisboa, 1996, ISBN 972-8288-21-2.

Cortesia de Colibri/JDACT