«Quien
visite los subterráneos de la bella capilla renacentista napolitana de Sansevero,
antiguamente conocida como Piatella, encontrará expuestos dos esqueletos
humanos con todo su sistema sanguíneo misteriosamente conservado. Se cree que
el 22 de Marzo de 1771 falleció en
Nápoles uno de los hombres más extraordinarios y controvertidos de la historia
de esa cosmopolita ciudad italiana: el príncipe Raimondo di Sangro. Odiado y amado con igual vehemencia por sus
contemporáneos, Raimondo destacó en
las múltiples actividades técnico-científicas que desarrolló, y que fueron
desde la impresión y divulgación, herética e ilegal para la época, de textos
masónicos, al desarrollo de numerosos inventos técnicos como fusiles de rápido
disparo, barcos anfibios capaces de desplazarse sobre suelo firme e incluso
revolucionaria una imprenta capaz de grabar varios colores a la vez. Sin embargo
este ilustrado príncipe napolitano se
entregaba también con cierta frecuencia a la, sin duda, absorbente tarea de la Alquimia.
Por sus laboratórios, hoy desmantelados por completo, pasaron proyectos como
los de tratar de resucitar de sus cenizas cuerpos de animales y, a juzgar por
algunos relatos como los de su amigo y biógrafo Giangiuseppe Origlia,
también de seres humanos. En sus matraces dio con una fórmula capaz de
ablandar el mármol y hasta sintetizó los colores con los que diversos artistas
decorarían la Capilla de Sansevero o Templo de la Piedad. Gracias a
esa imagen de científico heterodoxo
son muchos los historiadores que acusan a Raimondo
de haber sido el responsable de la elaboración
de las dos máquinas anatómicas que fueron halladas en los sótanos de la
mismísima Capilla de Sansevero (antigua propiedad de la familia Di
Sangro) a finales del pasado siglo. Las máquinas en cuestión no son sino dos
esqueletos humanos, pertenecientes a un hombre y una mujer, y que tienen la
peculiaridad de conservar prácticamente intacto todo su sistema circulatorio
así como algunas de sus vísceras blandas. Y si bien no se conoce con propiedad
el método presuntamente utilizado por Di
Sangro para la consecución de las dos macabras máquinas anatómicas (en
buena medida debido a que los actuales propietarios de la Capilla obstaculizan
cualquier análisis científico de los restos), se cree que se utilizó una
solución de mercurio que petrificó
las venas.
Muchos son
los puntos oscuros que pesan sobre estos dos cuerpos. El primero de ellos, tal
y como documentadamente expone Lina
Sansone Vagni en su obra Raimondo
di Sangro: principe di San Severo (1992) se refiere, sin ir más lejos,
a si en realidad fue Raimondo el
autor de ese experimento petrificador o no, y en todo caso si éste se practicó
sobre una pareja humana viva o muerta. Para Sansone la respuesta a la primera
incógnita es negativa, ya que atribuye toda la leyenda negra creada en
torno a las dos máquinas como un intento por desprestigiar al polémico príncipe
napolitano y acusarle de asesinato sin posibilidad de Máquinas Anatómicas
defensa por su parte. Y la acusación, ciertamente, no sería vana ya que desde
una óptica estrictamente médica, resulta indispensable que el corazón de estos
dos cuerpos bombease en vida el presunto líquido metalizante que se les
inyectó, para que sus efectos se dejaran notar en todo su organismo de manera
tan uniforme. Otra hipótesis entiende que una vía alternativa de lograr ese
efecto sería un envenenamiento progresivo de las víctimas, hasta lograr su
paralización y su muerte y tan sólo la ausencia de estómago en ambos cadáveres
parece confirmar que el petrificador
quiso borrar toda huella de su crimen.
Pero
entonces, quiénes son los dos
desdichados que encontraron la muerte de tan cruel manera? Como sucede
con la mayoría de los detalles que rodean esta historia, tampoco existe una
única respuesta a esta cuestión. Para muchos, especialmente para el gran
público, ambos fueron dos sirvientes del príncipe que colaboraban
ocasionalmente con él en sus trabajos alquímicos, aunque no faltan los que
aseguran que la figura masculina petrificada corresponde…al propio príncipe Raimondo!.
Fascinantes teorías para un príncipe
Entre
quienes defienden esta última posibilidad se encuentra la señora Sansone, quien
no hace mucho tiempo nos manifestaba abiertamente en una carta personal que,
probablemente, el príncipe fue envenenado por sus enemigos (masones o
sacerdotes, que de Capilla de Sansevero todo había) y su cuerpo embalsamado de
esta esperpéntica forma cumpliendo así una venganza que, desde luego,
trascendería a su propia muerte. Para Sansone, tal hipótesis viene avalada por
la idea de que el cuerpo petrificado
del hombre se encuentra muy deteriorado, fruto de las continuas vejaciones a
las que fue sometido tras su muerte por sus propios verdugos, y los
descendientes directos de éstos. La verdade, dice Sansone sin
contemplaciones, es que han cogido sangre para hacer misas negras en
los subterráneos del Templo de la Piedad. De creer la fascinante hipótesis
propuesta por esta investigadora, probablemente deberíamos buscar el origen de
su mala fama en la enemistad que se
granjeó con el poderoso cardenal napolitano Giuseppe Spinelli tras
asociarse al iluminado y esoterista Antonio Genovesi, y a los poderosos
enemigos que obtuvo entre las filas de la logia masónica de los Vengadores de
Hiram, en la que participó activamente a mediados del siglo XVIII, y de la que
al parecer consiguió abundante documentación secreta de difícil acceso en
aquella época.
Sea como
fuere la familia D’Aquino,
actual propietaria de la Capilla de Sansevero, se guardan mucho de
mantener viva la atmósfera misteriosa que se respira alrededor de la vida del
príncipe, obstaculizando cualquier investigación en profundidad sobre las máquinas
anatómicas o sobre la Cristo yacente (Sansevero) composición del mármol sintético o ablandado que logró
obtener Di Sangro en su laboratorio
alquímico. Como bien nos reconocía Francesco
D’Aquino, abogado y uno de los máximos responsables de la Capilla y
de las obras de arte y máquinas anatómicas que contiene, muy
pocas han sido las publicaciones por parte de médicos sobre los dos esqueletos,
aunque siempre han estimado posible que se trata más del producto de un
experimento que una reconstrucción anatómica. En aquel tiempo, continúa, cuando
se descubrieron las máquinas, los estudios de anatomía recién empezaban con
criterio científico y por ello no parece probable que alguien conociera en
aquel entonces todo el sistema circulatorio con tal precisión. Ni qué decir
tiene que la última palabra sobre los métodos utilizados para la obtención de
las dos máquinas anatómicas actualmente expuestas (más una tercera,
correspondiente a un recién nacido y que desapareció a principios de siglo), y sobre
todo, acerca de la identidad de los desafortunados petrificados aún no ha sido dicha». In Javier Sierra, Universo,
As Máquinas Anatómicas de Raimondo di Sangro, Wikipédia.
Cortesia de Wikipédia/JDACT