Cortesia de elpaís_CristinaArias
Com a
devida vénia ao Jornal El País
«Un paseo por Sepúlveda, en Segovia, la villa de las siete puertas que
oculta dos tesoros en sus alrededores. Si se va a Sepúlveda a comer cordero, a dar paseíto
para bajarlo y a poco más, el viajero se pierde lo que la vieja población
esconde. La fuente de la Salud, la puerta de la Fuerza, lugares
mágicos (pero prosaicos), o la cueva de los Siete Altares requieren un poquito
más de interés para conocer una villa fundada en la Edad del Hierro,
engrandecida por los romanos, marcada por su carácter de frontera entre el
cristianismo y el islam, y que ahora es una base ideal para adentrarse en el Parque
Natural de las Hoces del Duratón. Sin olvidar el cordero asado.
Sepúlveda, de unos 1.200 habitantes,
declarada en 1951 Conjunto Histórico Artístico, se encuentra a algo más de una
hora en coche de Madrid. Su cercanía a la A-1 (Madrid-Burgos) y su fama como
capital del cordero lechal asado la han convertido en uno de los lugares
favoritos para comer de quienes transitan esa carretera a la hora del almuerzo.
La Plaza Mayor, con lo que queda del castillo de Fernán González, la casa del
Moro, o el santuario de la Virgen de la Peña o la Iglesia de Santiago son
visita obligada. Y las vistas desde casi cualquier sitio son inmensas.
Pero la
ciudad de las siete puertas oculta dos tesoros en su periferia. La fuente de la
Salud se oculta en un recoveco, en el paraje conocido como Álamos de la Vega, a
apenas un kilómetro antes de entrar en Sepúlveda por la SG232. Hay que entrar
por un camino de tierra que queda a la izquierda. En el pueblo todo el mundo
sabe dónde está. Es una poza de agua de manantial declarada medicinal, rica en
bicarbonato magnésico. Sus aguas absolutamente cristalinas (y sin bichos
visibles) mantienen durante todo el año una temperatura constante de 18 grados.
En verano está llena de lugareños locales y los domingos es impracticable. Pero
en invierno es un lugar olvidado. Está recortada por el mismísimo Duratón (el
agua, helada). La piel queda diferente tras el baño en la poza (y si el día es
gélido, aún más).
Guía
Cómo llegar: Sepúlveda está a unos 124
kilómetros de Madrid y a unos 100 Segovia. En coche por la A-1, hasta la salida
100. Es algo más de hora y cuarto.
Comer: El plato típico es el lechazo asado
en horno de leña. Está lleno de figones, como el del Postigo, Casa Paulino…
pero hay muchos. Cuidado: no todos los días asan. Los días de fiesta hay
cordero seguro.
Dormir: Los hoteles Vado del Duratón o
Villa de Sepúlveda tienen precios asequibles.
Ya a
travesando el pueblo, en el otro extremo, se alza sobre el cañón del Duratón la
puerta de la Fuerza, una de las siete que tuvo la ciudad. El camino para llegar
al bastión comienza junto a la iglesia de Nuestra Señora de la Peña, justo
pegado al cuartel de la Guardia Civil. Discurre pegado a las hoces del río,
siempre sobrevolado por los buitres leonados de la inmensa colonia que puebla
la zona (el científico inglés Sir David Attenborough rueda un reportaje sobre
ellos en la zona). Nada más atravesar su vano, comienza una calzada romana que
baja hasta el mismo río, que se atraviesa por el puente de Picazos. Y no suele
haber nadie entre los chopos y alisos. La cuesta de subida permite acabar la
digestión del cordero. Y ya que vas… Un paseo por el Parque Natural de las
Hoces del Duratón o por santuario de San Frutos (tiene grafitos romanos) están a tiro de piedra. A no mucha
distancia se encuentra Pedraza, un pueblo medieval de dulce». In Jorge A. Rodríguez, Jornal El País, Escapadas, La puerta de la fuerza, Julho, 2014.
Cortesia
de El País/JDACT