sábado, 9 de setembro de 2023

Blasfémia. Douglas Preston. «Colby pulsó algunas teclas, con lo que el sonido etéreo aumentó ligeramente. Noventa y seis, dijo. Luminosidad, diecisiete coma cuatro TeV, dijo Chen. Noventa y siete… noventa y ocho…»

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Julho

«Cinco horas después, y con el mismo número de malos cafés en el cuerpo, era Dolby quien estaba frente a la enorme pantalla plana, todavía oscura; los haces de protones materia-antimateria aún no se habían puesto en contacto. Se tardaba una eternidad en arrancar la máquina y enfriar los imanes superconductores del Isabella para que condujesen una potencia tan descomunal como la requerida. El paso siguiente era aumentar la luminosidad de los haces por incrementos del cinco por ciento, enfocar y colimar los haces, comprobar el estado de los imanes superconductores y ejecutar varios programas de prueba antes de aumentar otro cinco por ciento.

Potencia al noventa por ciento, informó Dolby. Mierda!, renegó Volkonski a sus espaldas, dando tal porrazo a la cafetera Sunbeam, que esta tembló como el Hombre de Hojalata. Ya está vacía!

Dolby reprimió una sonrisa. Durante las dos semanas que llevaban allí arriba, en la mesa, Volkonski se había revelado como todo un elemento, un sabelotodo entre colgado y con estilo: sucio, desgarbado, con el pelo largo y grasiento, camisetas desastradas y una mosca de pelo pegada a la barbilla; tenía más aspecto de drogadicto que de programador brillante. Claro que eso mismo podía decirse de muchos otros.

Transcurrieron algunos segundos, lentamente. Haces alineados y enfocados, dijo Rae Chen. Luminosidad catorce TeV. Esto, va bien, Isabella, dijo Volkonski. Luz verde en todos mis sistemas, informó Cecchini, el físico de partículas. Algo anormal, Wardlaw? Era el jefe de seguridad, que contestó desde su puesto de control. Solo cactus y coyotes. Bien, ya es la hora, dijo Hazelius. Hizo una pausa teatral. Ken, haz colisionar los haces. Dolby notó que se le aceleraba el corazón. Movió sus dedos largos y finos y ajustó los controles con la habilidad de un pianista. Lo siguiente que hizo fue teclear una serie de comandos. Contacto.

Los enormes monitores de pantalla plana distribuidos por la sala despertaron de golpe. Súbitamente pareció flotar música en el aire, como salida de todas partes a la vez, o de ninguna. Qué es eso?, preguntó Mercer, alarmada. Un billón de partículas pasando por los detectores, dijo Dolby. Producen una vibración muy aguda.

Madre mía! Suena como el monolito de 2001! Volkonski aulló como un mono, pero nadie le hizo caso.

En el panel central, el visualizador, apareció una imagen. Dolby se la quedó mirando como en trance. Era una especie de inmensa flor: trémulos chorros de colores brotaban de un solo punto y se retorcían como si quisieran salir de la pantalla. Le impresionó su intensa belleza.

Establecido el contacto, dijo Rae Chen. Los haces están enfocados y colimados. Dios, es una alineación perfecta! Se oyeron hurras y algún que otro aplauso. Señoras y señores, dijo Hazelius,  bienvenidos a las costas del Nuevo Mundo! Señaló el visualizador. Estáis viendo una densidad de energía que no se había visto en el universo desde el Big Bang. Se volvió hacia Dolby. Por favor, Ken, ve aumentando la potencia punto por punto hasta noventa y nueve.

Dolby pulsó algunas teclas, con lo que el sonido etéreo aumentó ligeramente. Noventa y seis, dijo. Luminosidad, diecisiete coma cuatro TeV, dijo Chen. Noventa y siete… noventa y ocho… Se hizo un silencio tenso. Solo se oía el zumbido que llenaba la sala de control subterránea, como si la montaña que los rodeaba cantase con voz propia.

Los haces siguen enfocados, informó Chen. Luminosidad, veintidós coma cinco TeV. Noventa y nueve». In Douglas Preston, Blasfémia, 2007, Saída de Emergência, 2010,ISBN 978-989-637-201-9.

 

Cortesia de SEmergência/JDACT

 

JDACT, Douglas Preston, Ciência, Literatura,