Julho
«Cinco horas después, y con el mismo número
de malos cafés en el cuerpo, era Dolby quien estaba frente a la enorme pantalla
plana, todavía oscura; los haces de protones materia-antimateria aún no se
habían puesto en contacto. Se tardaba una eternidad en arrancar la máquina y
enfriar los imanes superconductores del Isabella para que condujesen una potencia tan descomunal como
la requerida. El paso siguiente era aumentar la luminosidad de los haces por
incrementos del cinco por ciento, enfocar y colimar los haces, comprobar el
estado de los imanes superconductores y ejecutar varios programas de prueba
antes de aumentar otro cinco por ciento.
Potencia
al noventa por ciento, informó Dolby. Mierda!, renegó Volkonski a sus espaldas,
dando tal porrazo a la cafetera Sunbeam, que esta tembló como el Hombre de
Hojalata. Ya está vacía!
Dolby
reprimió una sonrisa. Durante las dos semanas que llevaban allí arriba, en la
mesa, Volkonski se había revelado como todo un elemento, un sabelotodo entre
colgado y con estilo: sucio, desgarbado, con el pelo largo y grasiento,
camisetas desastradas y una mosca de pelo pegada a la barbilla; tenía más
aspecto de drogadicto que de programador brillante. Claro que eso mismo podía
decirse de muchos otros.
Transcurrieron
algunos segundos, lentamente. Haces alineados y enfocados, dijo Rae Chen.
Luminosidad catorce TeV. Esto, va bien, Isabella, dijo Volkonski. Luz verde en todos mis
sistemas, informó Cecchini, el físico de partículas. Algo anormal, Wardlaw? Era
el jefe de seguridad, que contestó desde su puesto de control. Solo cactus y
coyotes. Bien, ya es la hora, dijo Hazelius. Hizo una pausa teatral. Ken, haz
colisionar los haces. Dolby notó que se le aceleraba el corazón. Movió sus dedos largos y finos y ajustó los controles
con la habilidad de un pianista. Lo siguiente que hizo fue teclear una serie de
comandos. Contacto.
Los
enormes monitores de pantalla plana distribuidos por la sala despertaron de
golpe. Súbitamente pareció flotar música en el aire, como salida de todas
partes a la vez, o de ninguna. Qué es eso?, preguntó Mercer, alarmada. Un
billón de partículas pasando por los detectores, dijo Dolby. Producen una
vibración muy aguda.
Madre
mía! Suena como el monolito de 2001!
Volkonski aulló como un mono, pero nadie le hizo caso.
En
el panel central, el visualizador, apareció una imagen. Dolby se la quedó
mirando como en trance. Era una especie de inmensa flor: trémulos chorros de
colores brotaban de un solo punto y se retorcían como si quisieran salir de la
pantalla. Le impresionó su intensa belleza.
Establecido
el contacto, dijo Rae Chen. Los haces están enfocados y colimados. Dios, es una
alineación perfecta! Se oyeron hurras y algún que otro aplauso. Señoras y
señores, dijo Hazelius, bienvenidos a
las costas del Nuevo Mundo! Señaló el visualizador. Estáis viendo una densidad de energía que no se
había visto en el universo desde el Big
Bang. Se volvió hacia Dolby. Por favor, Ken, ve aumentando la
potencia punto por punto hasta noventa y nueve.
Dolby
pulsó algunas teclas, con lo que el sonido etéreo aumentó ligeramente. Noventa
y seis, dijo. Luminosidad, diecisiete coma cuatro TeV, dijo Chen. Noventa y
siete… noventa y ocho… Se hizo un silencio tenso. Solo se oía el zumbido que
llenaba la sala de control subterránea, como si la montaña que los rodeaba
cantase con voz propia.
Los
haces siguen enfocados, informó Chen. Luminosidad, veintidós coma cinco TeV. Noventa
y nueve». In Douglas Preston, Blasfémia, 2007, Saída de
Emergência, 2010,ISBN 978-989-637-201-9.
Cortesia
de SEmergência/JDACT
JDACT, Douglas Preston, Ciência, Literatura,