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«El viajero debe calificar el simple turismo: debe interesarse por su entorno, intentar ver más allá de las piedras y los paisajes. El viajero que pase por el Lenguadoc por fuerza tiene que sentir, en un momento u otro,la llamada de los cátaros. Este libro responde a dos criterios:
- al intento, por una parte, de compilar y ordenar toda la información que hasta la fecha se ha publicado sobre el catarismo, y por extensión sobre la Cruzada que acabo, con la ayuda inestimable de la Inquisición (maldita jdact), com los cátaros occitanos;
- y por otra, de despertar el interés acerca de esta herejía evangélica y solicitar una atención afectuosa para los “Bons Homes”.
Su testimonio, un testimonio ejercido en el horizonte medieval de los siglos XII y XIII, todavía puede ser materia de reflexión interna, de convivencia espiritual, en consonancia con la antigua fórmula:
- reprobar el catarismo, pero amar a los cátaros.
«Todo, antes de la guerra contra los albigenses, separaba el Norte del Midi. Las razas que habitaban los valles del Garona y del Ródano y las que vivían al norte del Loira no eran las mismas, y el Lenguadoc, más que ninguna otra parte de la Galia, había conservado, después de la conquista romana, la huella del genio latino. Con el tiempo, estas diferencias no hicieron mas que acentuarse. Mientras la nobleza feudal del Norte estaba más interesada en conservar su poder y sus privilegios, en el Midi, por el contrario,las clases se aproximaban. Los caballeros pasaban a ser burgueses de las grandes repúblicas lenguadocianas; el comercio, más extendido y más activo, enriquecía a las clases medias de la sociedad; la condición del siervo mejoraba. La lengua era más cultivada; el derecho, surgido del derecho romano, más perfecto y filosófico. A ello hay que añadir la tolerancia religiosa, que había penetrado en las clases altas; éstas no habían dejado de creer, pero contemplaban sin indignación cómo su familia y amigos practicaban otra religión». In A. Molinier, Histoire de Languedoc, Préface, tome III.
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Lenguadoc, século XIII
El marco
Antes que nada, conviene establecer el marco geográfico donde se ha de situar después la narración histórica, fijar los límites dentro de los cuales se desarrollarán los acontecimientos, en este caso surgid os a raiz de la predicación cátara primero y luego de la represión de los cruzados:
- en una palabra, el medio físico por el que corrieron los ríos de sangre y en el que se aventaron las cenizas de las hogueras.
No parece diffcil, en principio, delimitar este marco, pues siempre se ha dicho que el fenómeno cátaro y la Cruzada se manifestaron dentro del territorio del Lenguadoc. A grandes rasgos la indicación es correcta. La primera sorpresa se produce, empero, al enterarnos de que bajo el nombre de Lenguadoc, como territorio establecido y legalizado, existió una província francesa que duró desde el siglo XIV hasta la Revolución Francesa. En realidad se trató de una enorme subdivisión administrativa que, según Jacques Madaule, «constaba de piezas y pedazos de diferentes regiones, sin ninguna unidad real de conjunto». Con tal defecto de entrada, poço nos puede servir una demarcación territorial que, además, se estableció cien años después dela Cruzada. El nombre de Lenguadoc aparece com posterioridad para definir un territorio, esta vez en la reciente estructura regional francesa, pero ahora ligado al Rosellón:
- la región de Lenguadoc-Rosellón.
Antes de la mencionada provincia, el nombre de Lenguadoc no había servido para delimitar nada en concreto y nunca había dado nombre a ningún país, reino, condado ni comarca. Nunca había existido pues un territorio y es azaroso establecer unos límites políticos en pleno siglo XIII». In Jesus Mestre Godes, Els Cátars, Problema religiós, pretext politic, Cathari, Ediciones Península, 1997, ISBN 84-8507-710-8.
Cortesia de Península/JDACT