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NOTA: De acordo com o original
Reyes, innovaciones e iluminados
La masonería entra en la alta sociedad
«Las primeras logias masónicas de Inglaterra estaban formadas por artesanos, que sólo de vez en cuando eran albañiles, y burgueses, pero, no tardaron en entrar a formar parte de ellas miembros de la nobleza. En el caso inglés, el 24 de junio de 1721, el duque de Montagu fue elegido Gran Maestro, lo que significó un verdadero punto de inflexión. Durante los três siglos siguientes, el Gran Maestro sería siempre un miembro de la nobleza o incluso de la familia real.
Las razones de la expansión de la masonería fueron diversas. Por un lado, para la gente que pertenecía a clases inferiores, el hecho de poder codearse con miembros de la aristocracia constituía, desde luego, un aliciente nada baladí a la hora de buscar la iniciación en la masonería. Por si fuera poco, era una circunstancia que no se veía opacada por la pertenencia a confesiones diferentes de la anglicana, como la católica o la judía. Por otro, tanto los hermanos de extracción más humilde como los aristócratas contaban ahora con la posibilidad, siquiera teórica, de recibir un conocimiento supuestamente oculto y mistérico. Finalmente, el conocimiento establecido en el seno de la logia propiciaba la creación de relaciones privilegiadas en terrenos tan sugestivos como los negocios, la política o la influencia social. De manera bastante natural en ciertos colectivos, la búsqueda de personas a las que favorecer, ayudar o con las que contratar se realizaba en el seno de la logia. Ciertamente, los masones eran objeto de burlas por sus. atavíos peculiares, o se veían censurados por su negativa a admitir mujeres en sus lógias, desde luego, mucho menos de lo que sucedería en el día de hoy, pero ninguna de esas circunstancias impidió su expansión.
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Durante la cuarta década del siglo XVIII ya existían logias en Holanda, Francia, Alemania, el Imperio austríaco, algunos de los estados italianos y Suecia. Su crecimiento se debía, en parte, a la atracción que ejercía la supuesta entrega de un conocimiento esotérico, que además contaba con el marchamo de algunos aristocratas, y, en parte, a una admiración hacia Inglaterra como Estado constitucional, que se basaba más en la imaginación que en un conocimiento real del país. En 1737, en lo que resultó un enorme êxito para las lógias, incluso el príncipe de Gales fue iniciado en la masonería.
Semejante avance no dejó de provocar recelos. La protestante Holanda, que se había enfrentado en el siglo anterior con Inglaterra por el dominio del mar, fue la primera en reaccionar contra la presencia de logias en su território. Así fue, en parte, porque captaban el contenido espiritual de sus enseñanzas y su absoluta incompatibilidad con el cristianismo y, en parte, porque no se le escapaba lo ideal que podía ser para una conspiración el disponer de una red de celulas secretas como eran las logias.
En 1737,fue Luis XV de Francia el que proscribió la masonería en Francia porque captaba su entramado doctrinal nada compatible com el del catolicismo y, por añaditura, porque tampoco se le escapaba el potencial subversivo que se oculta en cualquier sociedad secreta». In César Vidal, Los Masones, la sociedad secreta más influyente de la historia, Editorial Planeta, 2005, ISBN 84-08-05699-9.
Cortesia de Planeta/JDACT