Cortesia de uc
Petição de Grau
Magnífico Señor Rector
«He aquí que, tras algunos años de ausencia, vuelvo, acogido por la benevolencia de este insigne claustro universitario, quien desde hace casi cuarenta años se sintió de algún modo incorporado a las tareas académicas de esta Universidad, y cuenta como un alto honor el haberlo podido hacer, y el que hoy se le reconzca su gostoso servicio.
No puedo menos de recordar en este momento la gloriosa figura del inolvidable Doutor Paulo Merêa, que fue quien primeramente me distinguió con la confianza de poder contribuir yo al proyecto de formación de un especialista en Derecho Romano como futuro profesor de esta Universidad. Después de algunos cursos breves impartidos en esta Universidad, tuvimos la fornrna de descubrir, pues así se puede decir, el talento del actual Doutor Sebastião Cruz - hoy mi padrino en esta solemnidade, que, tras una esforzada dedicación al estudio romanístico en mi cátedra de la Universidad de Santiago de Compostela, y luego en otras universidades europeas, llegó a alcanzar su doctorado y finalmente su catedra en esta Universidad de Coimbra.
Pero este resultado quizá no hubiera sido posible sin la asistencia generosa y la entrañable amistad del Doutor Guillermo Braga da Cruz, catedrático entonces de quien dependía la enseñanza del Derecho Romano, el cual facilitó y contribuyó eficazmente a la formación del nuevo romanista que se me había encomendado.
A ambos ilustres profesores de Coimbra, el Doutor Merêa y el Doutor Braga da Cruz, debe atribuir-se hoy ese resultado al que yo modestamente aporé mi cooperación. Pero, de aquellos años de mi docencia en Coimbra conservo igualmente un inmarchitable recuerdo de tantas otras figuras del claustro de la Facultad, del que todavía, por fortuna, podemos ver hoy aquí algunos exímios representantes. Ellos pueden comprender la emoción con que hoy vuelvo a esta «Sala dos Capelos», para recibir una distinción que, si se considera sin más la personalidad del que la recibe, pudiera parecer inmerecida, pero que se explica por esa antigua vinculación a la Faculdade de Direito Conimbricense. Porque es verdad que muchas veces este tipo de distinciones no se otorgan tanto en consideración de méritos absolutos, cuanto por razones de índole más personal y relativa.
Cortesia de uc
Y solo así puedo hoy encontrarme ante vosotros con esta desmesurada pretensión de solicitar en esta gloriosa Universidad el grado doctoral «honoris causa», sabedor de vuestra especial benevolencia hacia mí. Los estrechos lazos de amistad académica con los que ya me honraron ambos doctores, el Doutor Merêa y el Doutor Braga da Cruz, se vieron afortunamente refrendados, y en atención a mayores méritos que los míos, por el reconocimiento que de ambos tuviera mi antigua Universidad de Santiago de Compostela y la actual de Navarra, respectivamente, al conferirles el grado doctoral «honoris causa» y, por otro lado, al tener yo el alto honor de apadrinar en esta misma «Sala dos Capelos» el doctorado del que había sido su discípulos y mío, y hoy mi propio padrino doctoral, el Doutor Sebastião Cruz. Se cierra así, con este acto, todo un ciclo de correspondencia académica pero, al mismo tiempo, entrañablemente cordial.
Señor Rector: heme aquí que me presento hoy ante vuestro digno claustro para que, con la intercesión de mi ilustre padrino, el Doutor Sebastião Cruz, me concedais las insignias doctorales de vuestra Universidad, el píleo, el anillo, el libro y el diploma:
- el píleo, como ornato apical que simboliza la ciencia que vuestra Universidad doctoralmente imparte;
- el anillo, para poder resignar los «responsa» de letrado para los que mi habilita;
- el libro, como pauta de respeto a la autoridad de una tradición científica que debemos continuar;
- el diploma, como documento acreditativo del alto honor que hoy se me confiere.
Cortesia da uc
Un alto honor doctoral, y precisamente como «antecessor», es decir, como un doctor en derecho, que, siguiendo el precepto de la «Sabiduría», debe aprender la verdad y comunicarla generosamente, sin ocultar su belleza; acaso no pudo Àlcuino convertir en definición de la Filosofia la que los juristas romanos habían dado de la Jurisprudencia? Pero esto nos obliga especialmente, en el actual momento histórico, que puede caracterizarse como de crisis de todo lo jurídico, y hasta de la suma Verdad. Una crisis en cuya base está la suplantación del deber ser por el existir estadístico, de la normatividad deontológica por la normalidad sociológica, pues en eso radica todo vulgarismo. Por ello mismo, el compromiso que en estas circunstancias históricas viene a contraer un nuevo doctor es todavía más relevante y difícil, pues se trata de defender la idea del derecho contra la vulgaridad y la injusticia, de mantener la antorcha de una secular tradición de juristas universitarios, que se remonta, si no más allá, al menos a los «canabula» de los legistas medievales de la Recepción boloñesa. Cómo no sentirme honrado de hallarme inserto, pese a mi personal mediocridad, en tan alta y noble tradición? Porque como leemos en el «Libro de los Provérbios», acaba por hacerse sabio quien anda entre ellos.
Alcanzado mi doctorado ordinario en la Universidad de Madrid hace ya cuarenta y dos años, refrendado luego en la de Tolosa de Francia hace más de dos lustros, vengo hoy a culminar en esta Universidad de Coimbra cuanto de más enaltecedor puede esperar un profesor universitario.
Por ello, a la vez que expreso mi personal agradecimiento, y el de mi actual Universidad, me veo obligado por lazos inolvidables a una más cumplida fidelidad al oficio académico que creemos lealmente profesar». In Doutoramento «Honoris Causa» de Álvaro D’Ors, Boletim da Faculdade de Direito-Coimbra, volume 59, Universidade de Coimbra, Coimbra 1986.
(Continua)
Cortesia da Universidade de Coimbra/JDACT