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Luz
Azul
«(…) Y tú? Aparte de
los AJ…, que haces? Ajiste… Eh!
eh! No es una profesión, o sí? Yo? Trabajo cerca de aquí, en un telar de
Lavelanet. El que se encamina hacia la puerta es el hijo de mi patrón, Gaston
Reboul… Este yugo ajiste le
parece extraño, no?... El proletario y el hijo de papá…. El capital y el
trabajo se dan bien y nos gastamos bromas en los AJ los sábados por la
tarde!... Camas a la española (Broma consistente en colocar las sábanas
dobladas sobre su mitad con el fín de que el durmiente sólo pueda introducirse
parcialmente en la cama)… Cubos llenos de agua encima de las puertas. Racimos de
uvas dentro de las botas! Me encanta gastar bromazos y soy un socialista que
vale por dos! Y el hijo de su patrón se aviene a este juego? Claro, tiene esprit auberge! (Expresión francesa
que significa más o menos predilección por albergues o espíritu de albergue).
Otto Rahn murmuró con ensoñación: también
tenemos lo mismo en Alemania, ahora.
Y alternativamente
observaba a la bella e inquietante Auda Isarn y Gaston Reboul, hijo de un capitalista
integrado en una sociedad sin clases de los AJ. De mediana altura, trigueño,
magro, el joven Reboul ostentaba una dejadez asumida tal vez de manera
voluntaria, sin la cual tendría dificultad de sentirse a gusto en un mundo más
cercano al trabajador Jordi Couquet que al heredero de los Telares Industriales
de Lavelanet. Pensó: estos ajistes (que
me parta un rayo! Cómo se puede ser ajiste?...)
caen en el engaño, ya que su ideal consiste en alinear al pueblo por la élite y
no hacer descender a esta hasta el pueblo!
Jordi Couquet
terminaba de roer una manzana arrugada, con un invierno en el granero en su
haber, y arrojó el carozo en medio de los matorrales de enfrente. Otto Rahn la
reprendió suavemente: no debió hacer eso… El joven arqueó las cejas negras y
espesas. No me venga con esas! Por qué? Allí puede crecer un manzano! Por qué? Por
respeto a Montsegur, el más sagrado de todos los elevados lugares de Europa! Inquieto,
el camarada Couquet miró directamente al alemán. Tuvo ganas de colocarse un
dedo en la sien precisando la estima que tenía por la salud mental de su viejo
interlocutor, pero se contentó con objetar: alto lugar? Montsegur a duras penas
tiene mil doscientos metros. Ya estuve en montañas con más de tres mil. Qué si
pasa? No se acotaron altitudes para arrojar huesos!
El sol aún entraba en
la fortaleza por encima de la muralla occidental. Bajo esa iluminación directa
la vegetación salvaje mostraba su verdadero carácter de maleza. Las
conversaciones fueron escaseando con las primeras muestras de calor. Otto Rahn
parecía contrariado. El movimiento (acompasado) del pie apoyado sobre el talón
le cronometraba el curso de los pensamientos y dejaba traslucir una ligera
irritación. Permaneció en silencio durante largo tiempo y, por fin, retomó la
conversación con una frase trivial. De modo qué todos sois de esta región? Todos.
Marius Chabrol, el pequeño allí de abajo que nos mira como un padre listo a
escuchar una confesión de asesinato, es de Narbona. Es banquero. Digamos más
bien, empleado bancario! Eh, eh! No es lo mismo. Sea como fuere, es un tipo
importante… Tiene diecinueve años y es secretario de la juventud comunista de
su zona! El que está en el lado izquierdo es Raymond Ferrocas, va a ingresar en
la Escuela Normal de profesores. Nació en Béziers. El grueso aquel, de cara
cortada a machetazos, es Robert Robuffay, trabaja con el padre en Menèrba.
Tiene viñedos. El del pelo ensortijado a la vera del muro es Guyot Peyrat, de
Toulouse. Está preparando cualquier asunto en la Facultad de Letras de
Montpellier. Un excéntrico. Habla y escribe el dialecto de la región. Todos son
de aquí.
Guyot Peyrat se había
aproximado y ya estaba lo suficientemente cerca como para oír la última frase
que denominaba dialecto a la lengua d’Oc. Levantó los hombros y dijo: ya
no se hacen amôrri (Expresión
que forma parte de la dialéctica del resentimiento usada en el Languedoc en
1968. Proviene de Amaury y se refiere al hijo de Simon de Monfort que
precisamente no brillaba por su inteligencia), como tu,
Jordi! Dijiste más de un centenar de veces que la lengua d’Oc no es un
dialecto! Qué quieres que haga para no quedarme a medias-tintas, si eso es
chino para mi? Uno a uno, los muchachos se fueron colocando junto al alemán. La
chica paseaba sobre los peñascos manteniéndose a distancia en una actitud de pura-sangre.
Otto Rahn se volvió al muchacho que había abordado primeramente una hora antes:
señor Barbarïa, quería hacerle una pregunta, una pregunta importante. Cuál es
la razón de venir con sus camaradas a Montsegur? Un tanto cuestionado, Barbaïra
tardó en responder». In Saint-Loup, Novos cátaros para
Montsegur, tradução para espanhol por RRB, tradução de António Rangel, 2003,
Huguin Editores, Lisboa, Eneese, Las Españas, año 120 (2010).
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