segunda-feira, 2 de setembro de 2013

Dali. O Enigma em Combustão. A Extravagância. A Obra. António Lucas. «A exposição termina como a mais visitada da história de Madrid. Mais de 5000 visitantes diários, em média, para visitar a obra do génio»

Cortesia de elmundo

Cronologia
«11.05.1904. Nace en Figueras Felipe Jacinto Salvador Dalí Doménech. Sus padres le ponen el nombre de su hermano mayor, que murió el 1 de agosto de 1903, dos meses antes de cumplir dos años. 1916. Acude a clases nocturnas en la Escuela Municipal de Dibujo en Figueras. 1921. Muere la madre de Dalí. El padre se casa con su cuñada. 1922. Se inscribe en la Academia de Arte de San Fernando de Madrid (es expulsado al año siguiente) y entra en la Residencia de Estudiantes, donde conoce a Buñuel y Lorca. 1926. Conoce a Picasso en su primer viaje a París. 1929. Realiza con Luis Buñuel 'Un perro andaluz'. Conoce a Gala. Su padre se opone a la relación de ambos. 1930. Inicios de su método paranoico-crítico. 1931. Exhibe en la primera exposición surrealista en EEUU. 1934. Discrepancias con André Breton y los surrealistas. Se casa con Gala en una ceremonia civil. 1936. Comienza la Guerra Civil, vive entre España y Francia. 1938. Visita a Freud en Londres. 1939. Abandona el movimiento surrealista. 1940. Dalí y Gala marchan a EEUU. Viven en California hasta 1948. 1945. Proyectos cinematográficos con Alfred Hitchcock, los Hermanos Marx y Walt Disney. 1950. Muere su padre. 1958. Se casa con Gala en una ceremonia religiosa. 1974. Inauguración del Teatro-Museo Dalí, en Figueras. 10.06.1982. Muere Gala. 1983. Pinta su último cuadro, ‘La Cola de la Golondrina’. 1986. Herido gravemente en un incendio en su dormitorio en el castillo de Púbol. Se traslada a Torre Galatea, en el Museo de Figueras. 23.01.1989. Muere de un infarto a los 84 años».

 


A Exposição
«El talento de Salvador Dalí excedió temprano el vallado de la pintura. Lo suyo era asaltar cielos distintos a cada paso: desconcertar, alumbrar del lado del que la luz no llega. Delirar. Era consciente de que la menor manufactura de su talento era él mismo, ese galope de genio incombustible que adornaba su obra plástica, su escritura y, principalmente, la 'performance' inflamable que supo hacer de su vida, de su paso desquiciado por el mundo. Dalí se propuso existir como una explosión de acontecimientos, como galaxias que chocan por dentro de un mismo pecho. Hay algo de enigma en marcha en este hombre incalculable. Fue la competencia de sí mismo. Nunca se vio mejor su pintura que cuando ya estaba muerto, cuando no se hacía sombra. Y, con el tiempo, Dalí se ha ido descifrando y creciendo primero como pintor, pero sobre todo como escritor.




El Museo Reina Sofía inaugura una de las más amplias exposiones que se han dedicado a su obra en Europa. A su obra plástica, estrictamente. Con las extensiones al cine y, lejanamente, a la publicidad.   La muestra, desarrollada en colaboración con el Pompidou de París y que en España patrocina Abertis, es algo así como una constelación, el ejercicio esencial de aquel que quiso presentarse (de algún modo) como una contradicción en marcha, como una máscara sobre otra máscara. «Cuando tenía seis años quería ser cocinero y a los siete, Napoleón. Desde entonces mi ambición ha ido en aumento sin parar». Es el arranque de 'La vida secreta de Salvador Dalí', uno de los libros de ficción sobre la propia biografía más fascinantes de la primera mitad del siglo XX. No hay demasiada verdad en sus páginas, pero sí está la envergadura de ese gran artefacto sideral que fue el pintor catalán: exvoto de un delirio encadenado que tiene el cimiento en la genialidad. Nada escapa al interés, a la blasfemia y al disparate. La curiosidad del pintor era sublime. Un tipo de inteligencia perfectamente desarticulada, que escapa por las costuras de lo incalculable. Eso, inexactamente eso, era Salvador Dalí, de piel aceitunada.
El Reina Sofía despliega cerca de 200 obras. Muchas de ellas no se han visto antes en España. El recorrido de la muestra es cronológico: la mejor de las formas (en este caso) de huronear por los adentros de un creador capaz de dispararse sin límites cuando aún no tenía más de 40 años, para comprobar después que su universo no pudo trascender el géiser feroz de sus primeros hallazgos. Dalí lo era todo en el mundo de Dalí. Y quizá no saber escapar de sí mismo fue su mejor conquista. Están desplegadas sus obsesiones (el sexo, la relación con la autoridad que encarnaba el padre, la fuerza irresoluble de los sueños, la desacralización de la lógica), pero también el resultado descompensado de sus ambiciones (el dinero, el exhibicionismo a ultranza, la megalomanía).





El interés por la ciencia. La aventura de los nuevos lenguajes artísticos y su escaso papel en ellos (el expresionismo abstracto, el pop, lo conceptual). La pasión por los maestros de la pintura (Velázquez y Millet, entre otros). Pero, sobre todas las fallas y misiones torcidas, sobresale el enorme caudal generador de su escritura. Es lo indeleble en Salvador Dalí. Es el preclaro territorio de todo lo demás. «El surrealismo soy yo», le dijo desafiante a André Breton cuando éste lo expulsó del grupo de los surrealistas. Y era él. Nadie llegó más lejos en el onirismo. No por asuntos de técnica, sino por arrebato de mundo. Dalí, lobo solitario. Dalí, caleidoscopio en llamas. Dalí con su verbena y sus 'cantinfladas'. Dalí, definitivamente, como un enigma. Eso fue. Y eso quiso ser». In António Lucas, El Mundo

Cortesia de ElMundo/JDACT