«(…) Recién
llegada a la Corte, la nueva consorte sufre el agravio de que, indiferente a su
belleza, el marido pone los ojos en una de sus damas, la portuguesa Guiomar de
Castro. Tal rechazo bien podría haber sido la causa de que su hija homónima,
nacida en 1462, tuviera por padre a Beltrán de la Cueva. Sea como fuere, el, quizás
injustificado, apodo de Beltraneja supuso para la infortunada princesa
ver en el trono que le pertenecía a la hermana de su padre. Caro pagó las
liviandades de una madre infeliz! Lo cierto es que ni el propio Alfonso V de
Portugal pudo ayudar a su sobrina; y la madrileña Doña Juana murió en Lisboa el
año 1530, sin renunciar a su condición de reina de Castilla. La madre había
dejado de existir en Madrid el 13 de junio de 1475 (se retiró a vivir
ejemplarmente en el convento de San Francisco en un cuarto sobre la portería.
En 1475, es la primera reina que en Madrid acaba sus días, los Reyes Católicos
le hicieron un rico mausoleo de alabastro fino sobre cuya tumba nos informan
Quintana, León Pinelo, Argote de Molina, en sus conocidas historias locales.
Marañón recuerda que a ella se le debe la introducción del guardainfante para
ocultar sus concepciones ilegítimas). En 1465 había ido a Portugal en
infructuoso viaje para pedir ayuda contra los nobles que habían proclamado rey
al Infante Don Alfonso, en Ávila.
La infanta española
Isabel, hija de los Reyes Católicos, sale de España en 1490, para casarse con
el Príncipe heredero D. Alfonso, hijo de los reyes de Portugal Juan II el
Magno y Doña Leonor. Don Alfonso muere en Santarem el 12 de julio de 1491.
Esta muerte y el asesinato de Juan II, en 1495, determinan el acceso al trono
de Don Manuel I el Afortunado, que decide tomar por esposa a la infanta
viuda. El contrato se firma a 30 de septiembre de 1496; Isabel entra de nuevo en
Portugal al año siguiente. Previsiblemente, la providencia parecía destinarla a
un papel más importante que el de reina regente. La prematura muerte de su
hermano Don Juan, en 1497, sin descendencia, la había convertido en heredera
del trono de Castilla y posiblemente de Aragón; cuando menos, su hijo Don
Miguel ceñiría las tres coronas. A efectos de este reconocimiento, vuelve a
España para verse con sus regios padres. La parca implacable actúa de nuevo y
cambia el rumbo de las dinastías portuguesa y española. Isabel muere de parto
en Zaragoza, en agosto de 1498; dos años después, el infantito Don Migue.
Manuel I necesita
descendencia. Nada mejor que cubrir la vacante con otra hija de los Reyes Católicos,
la jovencísima Doña María, que sale de España en 1500. El casamiento se celebra
en Alcácer do Sal, a 30 de octubre.
Raras vezes na
história dos povos, uma árvore genealógica produziu tantos ramos que se
entrelaçaram num sistema de alianças que cobriu totalmente o século XVI. Tem
interesse a sua enumeraçao, porque a crise dinástica de 1580 radicou na
sucessao dos filhos de D. Manuel e D. María, cuyos herdeiros invocaram entao os
mais hábeis argumentos para a obtençao do trono vago. Por isso, a descendência d’O
Venturoso merece ser considerada pelas implicaçoes que teve, nao apenas no
quadro nacional, mas ainda na história europeia do tempo.
De los siete
vástagos que procrea este matrimonio, dos de ellos, Don Juan, el heredero, e Isabel
se destinan respectivamente a Catalina y Carlos, hijos ambos de Felipe el
Hermoso y Juana la Loca. La vida de la reina Doña María fue breve, pero
fructífera e intensa. Quizás convenga también a ella el apodo de afortunada: le
cupo en suerte participar de uno de los períodos más gloriosos y prósperos para
la historia de Portugal, política y culturalmente. Se vió inmersa en la
estética del fausto, una de cuyas plasmaciones artísticas la constituyó el arte
manuelino… Digamos que, cuando menos, fue una espectadora privilegiada y a la
vez protagonista de lo que en el argot teatral se llama un papel bombón».
In
Maria
Isabel Barbeito Carneiro, Mujeres Peninsulares entre Portugal y España, Doctora
en Letras por la Universidad Complutense de Madrid, Península, Revista de Estudos Ibéricos, nº 0, 2003.
Cortesia daPenínsula/RevistaEIbéricos/JDACT