Luz
Azul
«El hombre emergió de
súbito de los matorrales de moreras y masas de boj, finos robles y hayas, que
todas las primaveras dan verdor a la fortaleza abandonada. A los ojos de los
ocho jóvenes que acababan de transportar la poterna, apareció grande, delgado y
de rostro juvenil, pupilas claras de vendedor de sueños, cabellos peinados
hacia atrás bajo un casco, y al mismo tiempo viejo a juzgar por la ropa: camisa
de scout arrugada, botas de montaña y pantalones cortos knickerbockers,
de los que en todas partes, menos en Inglaterra, la moda de 1937 intentaba desembarazarse. El grupo
de visitantes permaneció estático junto al torreón truncado. Qué actitud
adoptar ante la aparente amenaza de un hombre solitario que caminaba lentamente
en su dirección surgido de las profundidades de la ruina donde casi nadie se
había aventurado en siete siglos? Sus facciones no revelaban hostilidad.
Parecía sumamente contrariado, como un amante sorprendido en flagrante delito o
un eremita sobresaltado en el momento más elevado de su ascesis. El sol del
mediodía proyectaba sobre el grupo la sombra de la muralla meridional.
Instalados cómodamente en las oquedades de los robles que los matorrales
impedían crecer, los mirlos trinaban. Al llegar a unos pocos pasos de los
visitantes, desapareció del rostro el velo de sueño que lo tenía apartado del
mundo de los vivos. Sonrió, extendió la mano al muchacho más cercano y simplemente
dijo: Me llamo Rahn. Y yo Barbaïra. Otto Rahn! Roger Barbaïra! Las pupilas del
joven dejaban entrever una mirada no acostumbrada al sol meridional; parecía
recibir la luz dulce y compacta de un lago escandinavo en alguna hora incierta
del Solsticio de Invierno. Los cabellos castaños hacían más singular su acento
languedociano que, pese a todo, concordaba con la altura media, las piernas
algo cortas y el tronco huesudo desarrollado en fuerza. Es alemán, Sr. Otto
Rahn? Ah! Lo adivino? Carezco casi de acento. Y el señor? También es alemán?
Belga? Danés? Roger Barbaïra se encogió de hombros. Qué le parece? Nací en
Carcasona. Vivo a doce kilómetros, cerca de una aldea que tiene mi nombre….
Bueno…, yo soy el que poseo el nombre de la aldea. El silencio colocó de nuevo
una barrera entre el grupo de jóvenes y el hombre solitario. En las hondonadas
donde la aldea de Montsegur mostraba las pizarras de los tejados que el
sol recocía en rojizas perspectivas, un cuco marcaba los segundos con
repetición precisa. Otto Rahn hizo una señal en dirección al grupo quieto
detrás el joven Barbaïra como un pelotón de soldados tras su jefe, y preguntó: Y
sus camaradas? Son ajistes de aquí, de la región. Perdón…. Ajistes?!
Imagine!, una palabra francesa que desconocía…. Barbaïra sonrió. No es una
palabra francesa, más bien es un barbarismo! Ajiste es lo mismo que
usuario de los albergues de juventud. Ah, ya!... Wandervögel? Los conozco de
sobra. Fue un profesor alemán, Richard Schirman, quien creó los primeros
albergues de juventudes en Europa, allá por 1907! Sabemos eso! Replicó con sequedad Roger Barbaïra.
Los jóvenes se
instalaron en los peñascos que soportan la muralla sur de la fortaleza, que
ganaba impulso para enseguida perderlo en el interior, en el plano horizontal,
enlosado caótico cubierto de musgo. Sacaron de sus bolsas algunas escuetas
provisiones. Otto Rahn se instaló junto a ellos, inducido por un sentimiento
que revelaba una cierta complicidad. Con ocasión de ese encuentro, entonces con
treinta y tres años, entraba en la familia
de los Wandervögel. Preguntó a los primeros: Entonces, son ajistes?... Por
el relieve que dio a sus palabras, se adivinaba que poseía un perfecto
conocimiento de la lengua francesa, pero se tropezaba con un término
desconocido y, a la manera de M. Jourdain, pensaba con un ligero complejo de
inferioridad: cómo se puede ser ajiste? Sí, replicó Jordi Couquet con la
boca llena. Nos encontramos los sábados en algún albergue de juventud aquí de
la región. En invierno es en Carcasona, en un AJ llamado À l’Ombre de la
Cité…. Eso, en los días lluviosos! En primavera vamos a Mosset, al Mas
de la Coume, de un pau llamado Kruger, ¡un bellísimo pau! Otto
Rahn se sobresaltó. Un pau? Qué es un pau? Père aubergiste.
El que dirige el AJ. Impone la disciplina, ayuda a los jóvenes y pone de
patitas en la calle a los tipos que arman lío en el dormitorio de las
jovencitas. No se dice père aubergiste, se dice pau. Es más
rápido. Muy buen pau, el padre Kruger… También es contra el destierro
hitleriano, sabe?.... Otto Rahn reprimió un gesto de contrariedad y el joven
prosiguió: En verano, se puede elegir… El AJ de Saint-Pierre-la-Mer tiene
playa. El AJ Jean Jaurès de Quillan…, tiene montaña. Como el de Enveigt,
cerca de Bourg-Madame. Pero el AJ que todos prefieren es de donde venimos en
bicicleta esta mañana, el Au-devant de la Vie, entre Foix y Roquefixade!
Permaneció callado. Otto Rahn observó
con interés a la muchacha del grupo que iba y venía sobre los peñascales. Alta,
fina, nerviosa, se movía con ímpetu contenido, con la impaciencia piafante
intercalada con el miedo del caballo pura sangre que el jockey mantiene
expectante con vueltas sucesivas antes de la señal de partida. Otto Rahn
parecía subyugado por el movimiento de sus bellas y musculosas piernas,
moldeadas en una feminidad sin defecto alguno, piernas de pura-sangre que
confirmaban su actitud- pero aún más por la sonrisa melancólica que de vez en
cuando afloraba de los labios de aquella rubia de ojos oscuros y
resplandecientes que un pequeño infierno parecía iluminar desde el interior.
Empezaba a dar muestras hacia la joven de dieciocho o diecinueve años de un
interés mayor de lo que las conveniencias recomiendan, cuando Jordi Couquet,
divertido y clarividente, respondió a la pregunta que el alemán no se atrevía a
formular: Esa es Auda Isarn. Es alumna de enfermería en Toulouse. Es una
compañera excelente, pero a veces un tanto plúmbea!» In Saint-Loup, Novos
cátaros para Montsegur, tradução para espanhol por RRB, tradução de António
Rangel, 2003, Huguin Editores, Lisboa, Wikipédia, Eneese, Las Españas, año 120 (2010).
Cortesia
de HuguinE/JDACT